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dilluns, 21 de novembre 2022 10:45
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Violencia de género y mujeres mayores
Categorías: Artículos
Etiquetas: ciudades amigables , abuso y maltrato , mujeres mayores , derechos
Iratxe Herrero Zarate. Socióloga, gerontóloga y criminóloga Carlos Díaz de Argandoña Fernández. Politólogo, agente de igualdad de oportunidades y formador Ambos dirigen y-logika, investigación social aplicada. La violencia de género es un fenómeno que históricamente ha quedado relegado al ámbito privado, si bien, en los últimos años, su visibilización está mostrando una realidad oculta que afecta a mujeres de perfil variado tanto en lo que respecta a su estatus socioeconómico, su edad, su hábitat geográfico o su nacionalidad. La conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, cada 25 de noviembre, es un acto —posiblemente, uno de los de mayor impacto social— que contribuye a mostrar esta realidad que victimiza a más mujeres de las que están presentes en los registros estadísticos o en los recursos de atención. Las actividades encaminadas a visibilizar a estas víctimas han estado orientadas en su mayoría a mostrar la imagen de una mujer de edad madura, asociada al rol de madre con hijas e hijos menores de edad y, también, la imagen de una mujer joven, adolescente. En los últimos años, sin embargo, se observa una incipiente tendencia a mostrar también a las mujeres de 65 y más años como víctimas de violencia de género, principalmente, en campañas de prevención y sensibilización. La visibilización de estas víctimas mayores se está trasladando al ámbito de la investigación, con estudios que centran su objeto de estudio de manera específica en este grupo etario. La propia Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, realizada por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ofrece datos estadísticos que permiten cuantificar la prevalencia de este fenómeno en este grupo de edad de manera específica. Tal y como recoge la última consulta, publicada en 2019, un 23,4% de las mujeres de 65 y más años han sido víctimas de esta violencia a lo largo de su vida y un 5,7% de las que ahora tienen esa edad, lo siguen siendo. Investigación sobre Violencia de género y mujeres mayores Estudio «Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca» En la producción científica centrada en conocer la realidad de las mujeres mayores víctimas de violencia de género, es reseñable que en julio de este año se presentó a los medios de comunicación la investigación «Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca» realizada por y-logika y financiada por Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer. Esta investigación es la primera que se realiza en esta Comunidad Autónoma centrando el objeto de estudio exclusivamente en las mujeres mayores víctimas de violencia de género. La definición de mujer mayor corresponde a una persona de 65 y más años. Aunque la investigación se ha centrado en el País Vasco, más allá de ciertos aspectos relativos a recursos específicos, que pueden variar según el territorio, en esencia —y por experiencia del equipo investigador—, los resultados serían extrapolables a otros contextos geográficos; principalmente, en lo concerniente a los procesos de victimización que han vivido y viven estas mujeres. Por este motivo, compartir los resultados de esta investigación en este blog del Imserso, se convierte en una oportunidad de contribuir a visibilizar y sensibilizar sobre la realidad de estas mujeres mayores víctimas independientemente de su lugar de residencia. El estudio se ha realizado desde el enfoque de la gerontocriminología®, término acuñado por este equipo y que recibió la Mención Especial del I Premio a la Innovación en materia criminológica otorgado en 2016 por la Sociedad Española de Criminología-SECRIM. Este enfoque tiene como finalidad visibilizar la singularidad de la victimización y la delincuencia en el ámbito de las personas mayores. Esta singularidad se construye por la influencia de tres componentes de la variable edad: el factor generacional, el factor biológico y la etapa vital. En el caso de las víctimas de la violencia de género, esta variable les otorga una singularidad que les diferencia cualitativamente de lo que supone ser víctima a edades más jóvenes y les coloca en una posición de mayor vulnerabildad. La metodología empleada ha sido fundamentalmente de carácter cualitativo, buscando conocer las causas, características y consecuencias del fenómeno. También se aportan datos cuantitativos de la proporción de mujeres mayores víctimas en los recursos de atención. Para la consulta a entidades, profesionales, asociaciones, ciudadanía y familiares, la información se ha obtenido mediante entrevistas, grupos de discusión y método Delphi, En el caso de la consulta a mujeres mayores víctimas de violencia de género, la técnica empleada ha sido la historia de vida. La alta participación en cuanto al número de fuentes consultadas, superior a la prevista en el diseño metodológico inicial, ha contribuido a otorgar robustez a los resultados. Los resultados: fenómeno desconocido, singular y necesitado de una respuesta específica. Los resultados principales de la investigación son los siguientes: El fenómeno de la violencia de género hacia mujeres mayores es socialmente desconocido y singular: El edadismo social es uno de los factores que explica la opacidad de este fenómeno. Su singularidad resulta de la confluencia de factores individuales, sociales y de los asociados a la propia violencia que posicionan a las mujeres mayores víctimas en una situación de especial vulnerabilidad en comparación con víctimas más jóvenes. La singularidad de las mujeres mayores víctimas se construye a partir de las siguientes características: Son víctimas de violencia de muy larga duración, en muchos casos con historias de más de 40 años. Como consecuencia de esta larga victimización, presentan un estado de salud más deteriorado que otras mujeres de su edad y un mayor grado de aislamiento social. A lo largo de estas largas experiencias de victimización, la violencia sufrida se cronifica y se modifica, pasando de una violencia más física a una violencia más psicológica y de control económico en la etapa de la vejez. En la modificación de la violencia influyen dos aspectos relacionados con la etapa vital de la vejez propia de esta generación de personas mayores: la mayor presencia del hombre maltratador en el hogar tras la jubilación y la aparición de situaciones de dependencia que requieren de cuidados para las actividades de la vida diaria. Normalizan su situación y se adaptan a ella, aceptando con más facilidad que las mujeres jóvenes esta experiencia como algo propio de la relación de pareja, influenciadas, principalmente, por haber sido socializadas en la «cultura del aguantar» y en una idea de mujer vinculada al mantenimiento de la familia unida. Por lo tanto, tienden a mantener el vínculo de la pareja hasta el fallecimiento del hombre o de ellas mismas. Esta socialización y la escasa visibilidad social que hay de su figura como víctimas contribuyen a que no se identifiquen como tales y, en consecuencia, no comuniquen su situación ni soliciten ayuda. En consecuencia, su presencia en los recursos de atención o en los registros de denuncias es escasa en comparación con víctimas más jóvenes. Cuando deciden salir de la situación de la violencia, tienen que vencer más obstáculos por su edad, socialización y etapa vital; esto significa que tienen más dificultad para abandonar el domicilio, para adquirir independencia económica o para recibir apoyo familiar, puesto que, en muchas ocasiones, el propio entorno familiar —principalmente hijas e hijos— no acepta ni facilita que la mujer abandone la relación. La vulnerabilidad que todas estas características otorgan a estas mujeres mayores víctimas se incrementa en el caso de las mujeres de 80 y más años —la denominada cuarta edad—; las que viven en el medio rural; las que, por una situación de dependencia, requieren de cuidados o los tienen que procurar a su pareja y aquellas que no acuden a recursos o no participan en actividades sociales. Por lo que respecta a los hombres maltratadores de esta generación, se observa cómo el hecho de que se hayan socializado en un contexto más permisivo hacia este tipo de violencia, ha favorecido la legitimación que sienten al ejercerla. Paradójicamente, estereotipos sociales asociados a las personas mayores, tales como su carácter bondadoso o su fragilidad, contribuyen en estos casos a invisibilizar el comportamiento violento de los hombres maltratadores en esta etapa de su vida. En lo referente a la respuesta social, se observa que la escasa presencia de estas mujeres mayores en la red de atención contribuye a un desconocimiento de su singularidad. Por esta y otras razones, los recursos no siempre están adecuados a sus necesidades. También se observa una escasa relación entre recursos orientados a personas mayores y recursos orientados a víctimas de violencia de género. En este contexto, se identifica el papel fundamental de las asociaciones, de manera especial aquellas que se definen como «asociaciones de personas mayores», ya que son espacios a los que pueden acudir estas mujeres de manera natural y pueden servir de puente entre ellas y la red formal de atención en materia de violencia de género. Propuestas de actuación desde la administración local Desde este enfoque de la gerontocriminología®, se recomienda tener en cuenta esta singularidad del fenómeno anteriormente descrita, tanto en los procesos de análisis y diagnóstico como en la planificación y desarrollo de las actuaciones de prevención e intervención. Estas acciones de diagnóstico, planificación e intervención también encuentran cabida en el marco de las actuaciones llevadas a cabo por la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, gestionada por el Imserso en España, ya que se orientan a mejorar la calidad de vida de estas mujeres mayores, enlazando así con la propia finalidad de la citada iniciativa. Incorporar estas acciones contribuye a enriquecer la labor realizada por las entidades que ya forman parte de esta Red o que quieren sumarse a ella. En la práctica, se proponen algunas medidas que contribuyen a este objetivo y que pueden llevarse a cabo desde el marco de actuación de aquellos municipios sensibles a la importancia de ofrecer espacios amigables para las personas mayores: Realizar campañas de sensibilización para dar a conocer este fenómeno. Realizar estudios para conocer con más detalle la realidad de las mujeres víctimas, hombres maltratadores y recursos de cada municipio o comunidad. Desarrollar acciones de prevención y atención con un enfoque integral, que incorpore la perspectiva de género en los recursos de atención dirigidos a personas mayores y la perspectiva de la edad en los recursos del ámbito de la igualdad. Informar de los recursos existentes en aquellos espacios frecuentados por personas mayores. Incluir en las acciones tanto a las mujeres víctimas como a los hombres maltratadores y a sus familias. Adaptar los recursos a la singularidad de estas mujeres mayores víctimas. Ofrecer espacios de respiro, potenciando, por ejemplo, el papel de las asociaciones, especialmente de las asociaciones de personas mayores. Formar sobre este fenómeno a los equipos profesionales que trabajan con personas mayores así como a aquellos que pertenecen al ámbito de la igualdad. Tal y como se recoge en el informe de esta investigación: «Volver la mirada hacia estas mujeres mayores supervivientes de violencia de género para escuchar sus historias y conocer sus necesidades y demandas es una deuda histórica que tienen con ellas la sociedad en general y las políticas de género y gerontológicas en particular.» Desde y-logika queremos agradecer a la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores y al Imserso su contribución a la visibilización de este fenómeno. Conocer la realidad es el primer paso para la búsqueda de soluciones. Informe completo: Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca. Resumen del informe: Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca.
divendres, 24 de novembre 2023 09:02
Una sociedad que reclama justicia social no puede seguir invisibilizando los abusos y malos tratos hacia las personas mayores
Categorías: Artículos , Red de Ciudades Amigables
Etiquetas: personas mayores , respeto e inclusión , edadismo , abuso y maltrato
Mónica Ramos Toro. Geroantropóloga feminista. Coordinadora técnica de UNATE - La Universidad Permanente y Fundación PEM - Patronato Europeo de Mayores. A pesar de que los abusos y malos tratos hacia las personas mayores son considerados un problema social y de salud pública, existen escasos estudios que aborden esta problemática (UDP, 2019 y 2016; United Nations, 2013; Sancho, et al, 2011; Casado y Bárcena, 2014) y menos aún que lo hagan desde una perspectiva de género (Ramos et al., 2020; United Nations, Ibíd., 2013; Luoma, et al., 2011; Barba, et al., 2009). De hecho, no ha sido hasta hace relativamente poco tiempo cuando se ha evidenciado que las personas mayores también son víctimas de malos tratos, por lo que su investigación es muy reciente (Red2Red, 2018). Prueba de ello es que las Naciones Unidas abordan por primera vez la violencia contra las personas mayores en la II Asamblea Mundial del Envejecimiento, celebrada en Madrid en 2002, en la que se presenta un informe al respecto. Una década después, el 9 de marzo de 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 15 de junio como el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, con el objetivo de poner en el calendario mundial esta problemática tan invisibilizada. En el caso de España, en el año 1996 se celebró la Primera Conferencia Nacional de Consenso que abordó los malos tratos en las vejeces, dando lugar como resultado a la Declaración de Almería, según la cual, «maltrato a mayores sería todo acto u omisión sufrido por personas de 65 años o más, que vulnera la integridad física, psíquica, sexual y económica, el principio de autonomía o un derecho fundamental del individuo; que es percibido por éste o constatado objetivamente, con independencia de la intencionalidad y del medio donde ocurra (familiar, comunidad e instituciones)». Aunque la definición más aceptada tanto a nivel nacional como internacional es la que planteó la Red Internacional para la Prevención del Maltrato hacia las Personas Mayores (INPEA) en 1995, y ratificada en 2002 por la OMS, conocida como la Declaración de Toronto, en la que los abusos y malos tratos hacia las personas mayores (MTPM) se definen como: “la acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que causa daño o angustia a una persona mayor y que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza”. Es tan amplio el espectro de los abusos que abarca desde malos tratos físicos, psicológicos, sexuales, financieros, negligencia y abandono, vulneración, obstinación diagnóstica, obstinación terapéutica, entre otros. Así, por ejemplo, se considera abuso financiero o económico cuando se hace un uso ilegal o indebido de propiedades o finanzas pertenecientes a una persona mayor. Cuando se le niega el derecho al acceso y control de sus fondos personales. O cuando se le coacciona o engaña para que modifique su testamento u otros documentos jurídicos. El término negligencia hace referencia a la falta de atención u omisión a las necesidades básicas de las personas mayores: se puede ejercer de manera activa o pasiva. Y se considera abandono a la deserción completa por parte de la persona que ha asumido el papel de cuidadora de una persona mayor. En definitiva, todas las formas de abusos y malos tratos llevan implícita una vulneración de los derechos de las personas mayores. Asimismo, los escenarios en los que se producen los malos tratos son muy diversos: el domicilio de la persona mayor, el hogar de los/as hijos/as, la sala de urgencias de un hospital, la consulta de atención primaria, una residencia para personas mayores, una entidad financiera, un centro de formación para personas mayores, los medios de comunicación, etcétera. Además, aunque los MTPM se acaban expresando en conductas concretas, a menudo hunden sus raíces en variables estructurales. Se estima, por ejemplo, que en España, el 27% de las personas mayores técnicamente son "pobres" y un porcentaje parecido se encuentra en el umbral de la pobreza, y es sabido que son las mujeres, con frecuencia viudas, las que mayoritariamente subsisten con pensiones de viudedad o asistenciales, en condiciones de precariedad. Esto debe hacernos reflexionar ya que, aunque los malos tratos a personas mayores se dan en todas las clases sociales, los escenarios de exclusión se convierten en un caldo de cultivo determinante. Según INPEA, los datos de los que disponemos sobre malos tratos a personas mayores son apenas la punta del iceberg, y se pueden utilizar únicamente como datos orientativos, pero no como estimación precisa sobre su prevalencia. Por ejemplo, el estudio de incidencia realizado en 1998 en EEUU por el National Center on Elder Abuse estimó que sólo el 16% de las personas mayores de 65 años que había padecido maltrato lo habían notificado a una institución oficial; es decir, 5 de cada 6 casos quedaban sin notificar. En 2017, un estudio basado en el análisis de 52 estudios realizados en 28 países de diversas regiones del mundo, estimó que, durante 2016, el 15,7% de las personas de 60 años o más fueron sometidas a alguna forma de abuso. Y según la OMS, la tasa de maltrato a personas mayores en el mundo se sitúa entre el 4% y el 6%, cifras parecidas a lo que apuntan los estudios realizados en España, en los que la incidencia oscila entre el 4% y el 5%, siendo las formas más frecuentes la negligencia y el abuso emocional —en todas sus formas— y las menos frecuentes, el maltrato físico y el abuso sexual. Además, se reconoce que el abuso contra las personas mayores es el menos conocido a nivel mundial y su prevalencia es incalculable (al menos de momento) debido a los numerosos factores que impiden su estudio: invisibilidad social e institucional; deterioro cognitivo, trastornos psicológicos como la depresión, dependencia o discapacidad de la víctima; sentimientos de vergüenza, tristeza e impotencia que llevan al ocultamiento de la situación de maltrato; falta de conciencia por parte de las propias personas mayores de estar sufriendo malos tratos, o de quienes los ejercen de estar infligiéndolos, etcétera. Otra complicación añadida es que los estudios de los que disponemos presentan problemas tanto metodológicos como conceptuales que dificultan la comparación de los resultados, lo cual limita la representatividad y posible generalización de los mismos. Problemas entre los que destacan: la falta de acuerdo universal en algunos criterios —como, por ejemplo, los tipos de malos tratos a incluir en los estudios—, la falta de procedimientos de muestreo claros, la utilización de múltiples instrumentos para evaluar los malos tratos, etcétera (Red2Red, Ibíd., 2018; Sancho, et al, Ibíd., 2011). Asimismo, la mayoría de los estudios disponibles se han realizado en países occidentales y son muy escasos los realizados, por ejemplo, en las sociedades asiáticas o africanas, por lo que el conocimiento de los malos tratos a personas mayores a nivel mundial es muy limitado (United Nations, Ibíd., 2013). E incluso para la comparativa con datos nacionales, a pesar de disponer de más estudios en países occidentales, en ocasiones con contextos culturales y tradicionales claramente distintos al español, la extrapolación de datos se hace muy difícil y, en ocasiones, poco útil. A pesar de ello, queda evidenciado que los estudios con los que contamos sirven al menos para demostrar que los malos tratos hacia las personas mayores existen y que son un problema social y de salud pública. En lo que coinciden todos los estudios es en que entre los factores que caracterizan a las víctimas destacan: el ser mujer —las mujeres representan del 66 al 100% de los casos, según el estudio que analicemos—, la edad avanzada, un elevado grado de dependencia y deterioro, la escasez de recursos económicos, el aislamiento social y la falta de apoyos familiares y/o sociales. Además, parece que son las mujeres las que sufren los casos más graves de maltrato tanto físico como psicológico. Vemos, pues, que la confluencia de factores como el género y la edad hace que las mujeres mayores tengan un alto riesgo de sufrir algún tipo de maltrato en sus vejeces. Lo que también podemos afirmar es que la principal causa que perpetúa esta discriminación, abuso y malos tratos hacia las personas mayores tiene que ver con la mirada estereotipada y estigmatizadora que existe todavía sobre las mismas, así como con las representaciones sociales edadistas sobre el envejecimiento y la vejez definidas todavía como un proceso y una etapa de la vida con connotaciones negativas. Este edadismo y la escasa adopción de un enfoque de género son dos factores que contribuyen a invisibilizar el maltrato infligido a las personas mayores, lo que afecta especialmente a las mujeres, ya que son quienes más los sufren (Ramos, et al. Ibíd., 2020; UDP, 2019; Casado y Bárcena, Ibid., 2014; Sánchez Moro, Ibíd., 2013). El edadismo genera unas actitudes y representaciones sociales negativas hacia las personas mayores que, en cierta forma, «hacen que se las deshumanice» (Sánchez Moro, Ibíd.). Especialmente negativas son las imágenes socioculturales que las muestran como seres frágiles, débiles, dependientes y con escaso o nulo poder y control sobre sus vidas, lo que provoca que se les dé un trato desempoderante en el que se tiende a anular su capacidad para la toma de decisiones y el desarrollo de una vida autónoma. En el mismo sentido, deberíamos considerar un mal trato, o al menos la ausencia de buen trato, la falta de protagonismo y reconocimiento de las aportaciones que realizan las personas mayores, especialmente las mujeres mayores, en la sociedad y en las familias, y que invisibilizan su contribución al desarrollo y bienestar. Este edadismo es un caldo de cultivo sobre todo para el abuso y la violencia hacia las mujeres mayores —que son las que llegan a edades más avanzadas— en diferentes ámbitos, tanto familiares como institucionales o sociales, haciendo de éste un grave problema de muy difícil abordaje, dada la escasez de estudios que evidencien datos reales sobre su incidencia, la falta de visibilidad de esta problemática en los medios de comunicación y la falta de concienciación de la sociedad en su conjunto y de los/as profesionales que tratan de manera cotidiana con familias y con personas mayores. En esta línea de trabajo necesario, la Década del Envejecimiento Saludable (2020-2030) promovida por la Organización Mundial de la Salud, establece entre sus prioridades superar el edadismo cambiando “nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento”, y fomentar los entornos físicos y sociales amigables con la población mayor que aseguren que las ciudades y comunidades “fomenten las capacidades de las personas mayores”. Ambas pueden contribuir a la toma de conciencia y superación de los malos tratos y abusos a personas mayores. En conclusión, desde UNATE - Fundación PEM, queremos destacar que no sólo en torno al 15 de junio Día de la Toma de Conciencia sobre el Abuso y Malos Tratos en la Vejez tenemos que poner el foco en esta problemática social, si no de manera más sistemática, ya que sólo se mejora aquello que se saca a la luz y se prioriza en la agenda política y social. Por ello, es necesario reivindicar un enfoque de derechos en todo lo relativo a las personas mayores: nacemos con derechos y no los perdemos por el hecho de hacernos mayores. Además, es imprescindible adoptar un enfoque de género en el abordaje de la violencia contra las mujeres mayores que permita visibilizar sus características y necesidades propias, lo que repercutirá en un desarrollo de políticas, estrategias y estándares que sirvan para detectar e intervenir en las diferentes situaciones de violencia y, en última instancia, para contribuir a su prevención. Bibliografía: Barba Martínez, José María; Ferrer Prior, Virtudes; Gea Serrano, Amor; Guillén Martínez, Catalina y Turné García, Marina (2009), Protocolo para la Prevención y Detección de la Violencia en la Mujer Mayor de 65 años, Región de Murcia, Instituto de la Mujer de la Región de Murcia y el Servicio Murciano de Salud. [Internet] 2009 [recuperado 22 noviembre 2010]. Casado Bermejo, Inés y Bárcena Calvo, Carmen (2014), «Analysis of violence against elderly woman», Procedia Social and Behavioral Sciences, 161 (2014), pp. 110-114. [Internet] 2014 [recuperado 11 mayo 2015] Luoma, Minna-Lisa; Koivusilta, Mira; Lang, Gert; Enzenhofer, Edith Enzenhofer; De Donder, Liesbeth; Verté, Dominique; Reingarde, Jolanta; Tamutiene, Ilona; Ferreira-Alves, José; Santos, Ana João and Penhale, Bridget (2011), Prevalence Study of Abuse and Violence against OlderWomen. Results of a Multi-cultural Survey in Austria, Belgium, Finland, Lithuania, and Portugal (European Report of the AVOW Project). Finland: National Institute for Health and Welfare (THL). [Internet] 2011 [recuperado 8 noviembre 2012]. Organización Mundial de la Salud (2020). Década del Envejecimiento Saludable (2020-2030). [Internet] 2020. Ramos Toro, Mónica (coord.) (2020). Diagnóstico de la violencia de género que sufren las mujeres mayores de 60 años en la ciudad de Madrid, promovido y financiado por la Dirección General de Prevención y Atención frente a la Violencia de Género. Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social. Ayuntamiento de Madrid, de julio a diciembre de 2020. Red2Red Consultores (2018), La violencia de género contra las mujeres mayores en la población aragonesa, Instituto Aragonés de la Mujer. [Internet] 2018 [recuperado 28 de diciembre 2018]. Sancho Castiello, Mayte; Pérez Rojo, Gema; Barrio Truchado, Elena; Yanguas Lezaun, José Javier; Fernández de Trocóniz, María Izal (2011). Estudio de prevalencia de malos tratos a personas mayores en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Documentos de Bienestar Social, nº 75. Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco. [Internet] 2011 [recuperado 8 noviembre 2012]. Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP). (2016). Prevención de malos tratos a personas mayores. [Internet] 2016 [recuperado 13 junio 2016]. (2019). Informe sobre edadismo. [Internet] 2019 [recuperado 8 junio 2019]. United Nations (2013), «Neglect, Abuse and Violence against Older Women», New York: Division for Social Policy and Development Department of Economic and Social Affairs, United Nations. [Internet] 2013 [recuperado 2 abril 2014].
dimecres, 09 d’octubre 2024 12:30
La Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores se suma al Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez
Categorías: Artículos , Respeto, inclusión y participación
Etiquetas: ciudades amigables , personas mayores , imserso , respeto e inclusión , buen trato , sensibilización , edadismo , abuso y maltrato
MAITE POZO | COORDINACIÓN «RED DE CIUDADES Y COMUNIDADES AMIGABLES CON LAS PERSONAS MAYORES». IMSERSO En 2011 Naciones Unidas designó el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, considerando que “El maltrato a las personas mayores es un problema social mundial que afecta la salud y los derechos humanos de millones de personas mayores en todo el mundo y es un problema que merece la atención de la comunidad internacional”. La crisis sanitaria por Covid-19 ha puesto de manifiesto situaciones de discriminación hacia las personas mayores que han llevado a muchos países a reclamar conjuntamente el respeto a los derechos y la dignidad de las personas mayores. El pasado 11 de mayo, 140 países de las Naciones Unidas, entre los que se incluye España, emitieron una declaración conjunta reconociendo un incremento del edadismo y situaciones de negligencia y discriminación hacia las personas mayores durante la pandemia. “Nos preocupa la situación de las personas mayores que están en cuarentena o en confinamiento con familiares o cuidadores y que también pueden enfrentarse a mayores riesgos de discriminación, violencia, abuso y negligencia. En este sentido, debemos ampliar nuestros esfuerzos y fortalecer las medidas para proteger a las personas mayores, en particular a las mujeres mayores, de cualquier forma de violencia y abuso de género”. Esta declaración reconoce también la participación significativa de las personas mayores en la sociedad y la importancia de fortalecer la solidaridad internacional e intergeneracional durante la crisis y el proceso de recuperación. También Age-Platform Europe en su informe sobre Covid-19 y los derechos humanos de las personas mayores actualizado el pasado mes de mayo, incluye el aumento en el riesgo de sufrir maltrato y abusos. Este informe recoge situaciones de discriminación que ya existían antes de la Covid-19 y que se han acentuado durante la pandemia. Además, en este informe se ofrecen una serie de recomendaciones para garantizar la protección contra la discriminación, la prevención del abuso, la inclusión y el acceso a servicios esenciales para personas en situación de vulnerabilidad, entre ellas, garantizar apoyo y protección adecuados para las personas cuidadoras y las personas a las que cuidan. Ya en 2002, la Declaración de Toronto -OMS, INPEA (Red internacional de prevención del abuso y maltrato en la vejez) y Universidades de Toronto y Ryerson- estableció que “El maltrato a personas mayores se define como la acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza y la cual produzca daño o angustia a una persona mayor”. Se trata de una realidad que comienza a visibilizarse, pero que continúa estando oculta en la sociedad y con frecuencia queda relegada al ámbito privado. Se ha evitado hablar sobre ella y sigue siendo uno de los tipos de violencia menos tratados en estudios e investigaciones, por eso faltan datos e información que faciliten la detección y la intervención. Los malos tratos a las personas mayores se pueden dar de muchas formas: desde negligencia y descuido o abandono en el cuidado diario hasta el maltrato físico, psicológico y verbal, pasando por la privación de alimentos o medicación y otros tipos de abusos como dejar de contar su opinión, infantilización, ingreso en instituciones contra su voluntad, apropiación de sus bienes o abuso sexual. El abuso y maltrato generan indefensión y ansiedad, agravamiento de enfermedades y lesiones, especialmente en personas mayores en situación de vulnerabilidad, dependencia o deterioro cognitivo. Hablamos por tanto de dignidad y derechos de las personas mayores y de un problema de salud pública por las secuelas físicas y psicológicas que sufren las víctimas. Las personas mayores por lo general no denuncian estas situaciones, aunque faltan datos por la escasez de estudios sobre esta realidad, se calcula que sólo denuncia el 6-7% aproximadamente de las personas mayores que sufren algún tipo de abuso. La gran mayoría de las víctimas de malos tratos no presentan denuncia, entre otros motivos, porque dependen económica y emocionalmente de quien les maltrata, temen represalias, sienten vergüenza o incluso en ocasiones se llega a producir una normalización de los malos tratos. Se calcula que aproximadamente el 65% de los casos de malos tratos a personas mayores son a mujeres, por lo que es importante tener en cuenta la perspectiva de género como ya estableció la Declaración de Toronto en 2002. La dificultad para detectar estas situaciones de abuso y maltrato en la vejez dificulta la intervención. Esta realidad existe con independencia del nivel económico de las personas y del entorno familiar o del lugar en el que residan. Se puede dar tanto en el ámbito familiar como en el institucional, por lo que la prevención requiere entre otras cosas, de la sensibilización e implicación de la sociedad, prestando atención a los indicios de maltrato, denunciando casos conocidos y arropando a las víctimas. La OMS se ha implicado en esta toma de conciencia, y considera así mismo que las ciudades y comunidades tienen “un papel central para asegurar que el maltrato a las personas mayores se comprenda, gestione y, en última instancia, se evite”. La Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores en España se une a la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez, una realidad que supone una violación de los derechos más fundamentales y de la dignidad de las personas mayores. Y anima a los ayuntamientos de la Red a conocer y trabajar este tema, y proponer y llevar a cabo actuaciones en sus municipios dirigidas a: Mejorar la detección de situaciones de maltrato y abuso para poder prevenir estas situaciones. Visibilizar esta realidad, informando y sensibilizando a la sociedad. Promover actividades que faciliten las relaciones intergeneracionales y el mantenimiento de redes sociales. Formar y sensibilizar a profesionales que trabajan desde distintos ámbitos, principalmente social y sanitario, con las personas mayores. Formar y sensibilizar a las propias personas mayores para prevenir y denunciar si llega el caso estas situaciones, informando sobre sus derechos y los recursos disponibles. Promover estudios e investigaciones que contribuyan a mejorar la detección y la intervención posterior. Así como a promover en sus planes de acción actuaciones dirigidas a fomentar el buen trato a las personas mayores como medida de prevención. Por ejemplo campañas de sensibilización como la promovida por el Ayuntamiento de Terrassa “Con respeto, mejor”o la realizada por el Ayuntamiento de Cartagena con motivo del Día de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez (Ver vídeo). También en la atención y cuidado a las personas mayores cuando lo necesiten, el buen trato debe estar entre los principios irrenunciables de un sistema de cuidados ya sea en el domicilio o en una institución. Un modelo de cuidados basado en una atención integral que sitúe a la persona en el centro hasta el final de la vida, por delante de cualquier otra consideración, contribuirá sin duda al buen trato y al respeto a la dignidad y los derechos de las personas tengan la edad que tengan. Referencias Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas para la designación del Día Mundial para la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez Declaración de Toronto (2002) “Statement of Support to the UN Secretary General`s Policy Brief on The Impact of COVID-19 on Older Persons” Covid-19 and human rigths concerns for older persons. Report AGE-Platform EU.
dimecres, 20 de desembre 2023 10:21
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dijous, 17 de novembre 2022 13:10
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dilluns, 19 de setembre 2022 16:36
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