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![El género como variable estructural que evidencia las desigualdades entre hombres y mujeres en el curso vital, y especialmente en la vejez](/documents/1566632/0/Mujer-de-espaldas-626x390.jpg/354b7ce7-847e-b7de-ba43-296969eaa8ef)
El género como variable estructural que evidencia las desigualdades entre hombres y mujeres en el curso vital, y especialmente en la vejez
Categorías: Artículos , Red de Ciudades Amigables
Etiquetas: ciudades amigables , personas mayores , envejecimiento , ciclo vital , mujeres mayores , perspectiva de género
MÓNICA RAMOS | Doctora en Antropología Social de Orientación Pública. Especialista en envejecimiento y género. Socia-Directora del Instituto de formación en Gerontología y Servicios Sociales – INGESS. Profesora Asociada del Departamento de Antropología Social y Psicología Social. Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Introducción Si quiero ser honesta, el proyecto de ciudades y comunidades amigables con las personas mayores desde el momento en el que se planteó me resultó chocante. Y a día de hoy me sigue pareciendo algo limitado. En mi opinión, sería mejor plantearnos ciudades y comunidades amigables con el proceso de envejecimiento o con el curso vital. Creo que este pequeño cambio visibilizaría de manera más clara que la vejez es solo una etapa más del curso de la vida, y que en cualquier momento de esa trayectoria se pueden experimentar cambios positivos y negativos. Por tanto, que la vejez no es sinónimo de problemas, dependencia, discapacidades o limitaciones. En este sentido, los entornos en los que vivimos deberían ser amigables con todas las etapas de nuestra vida, tratando de ofrecer calidad y calidez a quienes los habitamos, y de la misma manera, nos deberían empoderar para promover nuestra autonomía personal y comunitaria en cualquier momento de nuestro curso vital. Para mí, lo amigable supone tanto la implicación de recursos para la superación de barreras o dificultades, como la promoción de oportunidades y capacidades ciudadanas. Mi posición personal y científica a este respecto, es animar a que las políticas públicas superen cada vez más la institucionalización de la edad como algo cronológico o biológico, porque somos mucho más que la edad objetiva establecida por nuestra fecha de nacimiento. De hecho, resulta interesante observar que se le conceda tanta importancia a la edad, es decir, al hecho de ser “persona mayor”, y en cambio, se incida tan poco en aplicar una perspectiva de género. Así nos podríamos preguntar si los pueblos y ciudades amigables con las personas mayores, lo son en la misma medida, con las mujeres que con los hombres –mayores-. No pongo en duda que en cada proyecto que se ha diseñado para crear una ciudad amigable con las personas mayores, se ha preguntado tanto a hombres como a mujeres cuáles eran sus inquietudes al respecto, pero ¿esa consulta se ha diseñado con una perspectiva de género? O ¿solo se han incluido en el proceso de consulta a hombres y mujeres? Por supuesto, que esto ya es un paso importante, incluir a ambos sexos en la reflexión ciudadana, pero no es suficiente, porque todavía hoy en día existe desigualdad y discriminación hacia las mujeres de todas las edades, y por ello, el género sigue siendo una variable estructural que establece diferencias en el envejecer de hombres y mujeres. Sin un enfoque de género, solo incluimos a personas de ambos sexos en nuestra intervención. Como gerontóloga feminista espero aportar con este artículo una mirada de género que ofrezca algo de luz al respecto. El género y la edad como construcciones socioculturales que establecen desigualdades La idea principal que deseo transmitir es que los sistemas de género convierten las diferencias entre hombres y mujeres en desigualdades que afectan más a las mujeres que a los hombres a lo largo de sus cursos vitales porque implican discriminación (Del Valle, 2013, p.207). Los patrones de género y los roles que han desempeñado las mujeres a lo largo de sus vidas, en sistemas heteropatriarcales como el nuestro, explican gran parte de las carencias que manifiestan muchas de las mujeres mayores de hoy, por lo que condicionan la situación en la que se encuentran en la vejez, y ponen de relieve, todavía en la actualidad, que no es lo mismo envejecer siendo hombre que siendo mujer. Pero no solo el género es una construcción social, sino que también la edad es un concepto construido socioculturalmente en el que se pueden distinguir diferentes dimensiones –cronológica, fisiológica, social, etc.-. Y una de las conclusiones más relevantes, es que la combinación de estas dimensiones de la edad con el género establece un doble rasero para hombres y mujeres, que pone de relieve las carencias y dificultades que experimentan las mujeres en la vejez. En este artículo se abordan algunas de las más destacadas. Por ejemplo, al entrelazar edad cronológica con género, quedan definidas dos discriminaciones: la de ser mayor y la de ser mujer. El mensaje que se transmite a las mujeres mayores en nuestra sociedad es que deben esforzarse por seguir pareciendo jóvenes -ya que la exigencia o prescripción para las mujeres es la de la belleza unida a la juventud-. De ahí la necesidad de utilizar cremas para reducir arrugas, tintes para ocultar las canas, etc. Otro aspecto en el que se pone de relieve el doble estándar del envejecimiento para hombres y mujeres, es la diferente aceptación social de la sexualidad para unos y para otras. Especialmente relevante es la diferente aceptación social que se muestra ante una relación sexual entre un hombre mayor y una mujer joven, que incluso es erotizada en el imaginario heteropatriarcal, mientras que en el caso contrario, entre una mujer mayor y un hombre joven, se tiende a ridiculizar y a poner en cuestión. En este sentido, serían necesarias campañas de sensibilización para romper con esta visión estereotipada de la vejez femenina y promover en los espacios comunitarios un empoderamiento de las mujeres sobre sus cuerpos y su sexualidad. Otro aspecto en el que los patrones y los roles de género son determinantes en la vida de las mujeres mayores de hoy se observa en cómo la multiplicidad de roles y la construcción de su identidad femenina como «seres-para otros» ha incidido en su salud a lo largo de su vida, lo que ha tenido una repercusión negativa en su envejecer. Por ello, a pesar de que disfrutan de una esperanza de vida más elevada que los hombres, también lleva aparejada situaciones de vulnerabilidad (Freixas, Luque y Reina, 2009, p.60), ya que las mujeres tienen que afrontar al envejecer situaciones más complejas que los hombres, (Barrantes, 2006, p.193; Salgado-de Snyder y Wong, 2007, p.516; Ramos, 2010, p.203-204; Ramos, 2012, p.45), debido a que disponen de menores recursos económicos y formativos, a la complejidad que ha tenido su trayectoria laboral, a su mayor nivel de morbilidad y de discapacidad, o a su invisibilidad ante las políticas y administraciones -dada la escasa aplicación de una perspectiva de género en las mismas-. Por otro lado, la mayor esperanza de vida de las mujeres, junto con otra variable de corte social que establecía que la mujer debía ser más joven que el hombre con el que se casaba, ha ocasionado que muchas mujeres mayores en la actualidad tengan más probabilidad de quedarse viudas y vivir solas que los hombres. Hecho que no debe llevarnos de manera automática a pensar que implica una situación problemática, dado que en la vejez las mujeres están más capacitadas para vivir solas que los hombres porque se manejan mejor en las tareas del hogar ya que las han desempeñado a lo largo de sus vidas. Aun así, no deja de tener efectos negativos sobre sus vidas, ya que al quedarse viudas se reducen considerablemente sus ingresos económicos, y pueden emerger sentimientos de soledad que tienen que aprender a gestionar. En este sentido, las administraciones públicas tienen una tarea decisiva si promueven entornos de sociabilidad para las mujeres a medida que envejecen que superen el ámbito de las relaciones familiares. Del mismo modo, otro de los aspectos relacionados con los patrones de género se pone de manifiesto en cómo la discriminación de género sufrida en la infancia emerge en muchas mujeres mayores como uno de los motivos más poderosos que impidió su acceso a la educación. Y cómo imposibilitó que muchas de ellas pudieran seguir trabajando después de casarse. De ahí que las mujeres que consiguieron alcanzar un nivel formativo elevado y se mantuvieron solteras son las que han disfrutado de carreras laborales más parecidas al patrón masculino, lo que les ha permitido disponer de recursos económicos más elevados a lo largo de sus vidas y especialmente en la vejez a través de pensiones de jubilación. En este sentido, es necesario contar con políticas públicas que promuevan la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad para que las mujeres en su proceso de envejecimiento disfruten de los mismos recursos y oportunidades que los hombres. Si seguimos relacionando género y edad, de nuevo emerge otra problemática que afecta más a las mujeres mayores y es que son más vulnerables para sufrir algún tipo de malos tratos, ya que son más proclives a sufrirlos las personas más ancianas y con mayores grados de dependencia, por tanto, las mujeres mayores, -dada su mayor esperanza de vida y la probabilidad de padecer situaciones de dependencia en edades avanzadas-. Tanto en el entorno familiar como en el entorno institucional, puesto que más del 80% de las personas usuarias de estos servicios son mujeres. Además, aunque los malos tratos se acaban expresando en conductas concretas, no podemos olvidar que estos hunden sus raíces en variables estructurales. Se estima, por ejemplo, que en España el 30% de las personas mayores son pobres y un porcentaje parecido se encuentra en el umbral de la pobreza y es sabido, que son las mujeres, con frecuencia viudas las que mayoritariamente subsisten con pensiones de viudedad o asistenciales, en condiciones de precariedad. Esto debe hacernos reflexionar, ya que los escenarios de exclusión se convierten en un caldo de cultivo determinante. Pero además, las mujeres mayores también sufren violencia de género o violencia machista, aunque está mucho más invisibilizada que en otras edades ya que son las mujeres que menos denuncian y las que asumen mayores dosis de desigualdad y subordinación, lo que las predispone a una mayor tolerancia a situaciones de maltrato, al menos, de maltrato psicológico. No podemos olvidar que han aprendido en su socialización que los hombres siempre han tenido el control, el poder y los privilegios que les concede el sistema heteropatriarcal. Y las que se casaron lo hicieron bajo un Código Civil según el cual las mujeres tenían que obedecer a sus maridos. Por ello, es necesario que las administraciones públicas visibilicen la violencia que sufren las mujeres mayores, que realicen campañas de sensibilización y que promuevan medidas encaminadas a ofrecer soluciones reales que las permita salir de relaciones de violencia. Como vemos, el origen de estas carencias específicas de las mujeres mayores de hoy se encuentra en la estructura de los sistemas sociales heteropatriarcales. El patriarcado emerge como el sistema en el que se construyen las identidades de género, lo que permite observar otro fenómeno muy importante: la provisión de cuidados en la familia y su asignación por género a las mujeres como parte de la construcción de su identidad femenina. Está tan esencializada esta función, que incluso el diseño de las políticas sociales de provisión de cuidados ha cuestionado escasamente la posición de la mujer como agente principal de los mismos (Comas, 2014). Sin embargo, desde la década de los años 90 del siglo XX asistimos a una <
lundi, 07 novembre 2022 12:22
![¿Por qué es importante la perspectiva de género en las «Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores»?](/documents/1566632/0/Premio-I_EDIT-820x390.jpg/12527d2b-cc7d-d034-9c5f-fad2c2c8e7ee)
¿Por qué es importante la perspectiva de género en las «Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores»?
Categorías: Red de Ciudades Amigables
Etiquetas: ciudades amigables , personas mayores , imserso , participación , envejecimiento , perspectiva de género , igualdad
MAITE POZO | COORDINACIÓN «RED DE CIUDADES Y COMUNIDADES AMIGABLES CON LAS PERSONAS MAYORES». IMSERSO El envejecimiento demográfico es una tendencia en todo el mundo, un éxito que responde a una combinación de avances sociales y un reto que es necesario abordar, desde la sociedad en su conjunto y desde las administraciones y las políticas públicas en particular. En este contexto de envejecimiento de la población la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, iniciativa impulsada por el Imserso en España a través de un Acuerdo de colaboración con la OMS. Es una realidad que las mujeres y los hombres envejecemos de manera diferente, que el curso vital, las situaciones que vivimos unas y otros a medida que envejecemos son similares en unos aspectos y muy diferentes en otros, que también existen diferencias en los recursos económicos y sociales de los que disponemos hombres y mujeres, incluso en el uso diferente que hacemos de los servicios y recursos públicos o del espacio público. A continuación algunos ejemplos que ilustran estas diferencias, empezando por la esperanza de vida en nuestro país, una de las más altas del mundo, y que es de 83,3 años (hombres 80,4 y mujeres 86,2) y que supone que viven aproximadamente un 33% más de mujeres mayores de 65 años que hombres mayores de 65 años. No obstante, diversos estudios muestran que aunque las mujeres viven más años, lo hacen en peores condiciones de salud. Respecto a situaciones de soledad, según datos del INE, en uno de cada cuatro hogares en España vive una persona sola y, en un 42% de los casos, se trata de una persona mayor de 65 años, en su mayoría mujeres. La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) también advierte que de los casi nueve millones de personas de más de 65 años que viven en España, más de dos millones viven solas, y de ellas el 73% son mujeres. La combinación de género y edad hace más proclives a las mujeres mayores a poder sufrir algún tipo de malos tratos. Entre los factores de riesgo de sufrir situaciones de abuso y maltrato en la vejez destacan ser una persona dependiente, ser mujer y tener pocos recursos. La violencia y maltrato hacia las mujeres mayores es una realidad invisibilizada, por motivos culturales relacionados con los roles de género denuncian situaciones de maltrato en mucha menor medida que las mujeres más jóvenes. Es necesario establecer medidas específicas para detectarla y visibilizarla, empezando por conocer los datos de esta realidad. Las mujeres mayores sufren una doble discriminación, por ser mayor y ser mujer. La discriminación por edad o edadismo la sufren hombres y mujeres, pero también de forma diferente en algunos aspectos ya que los estereotipos asociados al papel que deben jugar las mujeres y los hombres se suman a la edad con una gran carga cultural (sexismo y edadismo). Estos estereotipos tienen consecuencias como una presión real sobre las mujeres para mantener un aspecto joven mayor que en los hombres. En el mundo del cine, por ejemplo, numerosas actrices han denunciado la escasez de papeles para actrices mayores, frente a numerosos papeles para actores mayores. También en los recursos económicos existe una brecha de género en las pensiones. La Secretaría de Estado de la Seguridad Social, cifra la brecha de género de las pensiones públicas en el 35%, aunque el dato positivo es que esta brecha afortunadamente está disminuyendo, la feminización de la pobreza aparece también entre las personas mayores que viven en situación de pobreza, una mayoría son mujeres, por esperanza de vida, pero también porque son las mujeres quienes mayoritariamente subsisten en condiciones precarias con pensiones de viudedad o asistenciales. La iniciativa de la OMS “Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores” tiene como una de sus características principales la participación de las personas mayores, teniendo en cuenta sus necesidades, percepciones, opiniones y propuestas en el proceso de análisis y mejora del municipio en ocho ámbitos que inciden en el día a día de las personas en su lugar de residencia: 1) Espacios al aire libre y edificios, 2) Transporte, 3) Vivienda, 4) Participación Social, 5) Respeto e inclusión social, 6) Trabajo y participación ciudadana, 7) Comunicación e información, 8) Apoyo comunitario y servicios sociales y de salud. Esta participación debe ser diversa y reflejar la diversidad existente entre la población de mayor edad. En esta perspectiva que las personas mayores aportan al proyecto, al análisis y valoración de su municipio en torno a esas ocho áreas de trabajo, es importante visibilizar y tener en cuenta las diferencias en el proceso de envejecimiento entre mujeres y hombres. Se trata de tener en cuenta por igual en el desarrollo del proceso de amigabilidad las necesidades y demandas de mujeres y hombres mayores, similares en unos aspectos y diferentes en otros, para que así las propuestas y actuaciones recogidas en el plan de acción para ser una localidad amigable con las personas mayores den respuesta a las necesidades de todas y todos. Es importante, además, que los indicadores para el seguimiento y evaluación de las actuaciones previstas en el plan de acción, recojan datos desagregados por sexo que permitan conocer el impacto de actuaciones concretas en hombres y mujeres mayores, para que en el caso de que existan diferencias en ese impacto, poder establecer medidas para corregirlas de forma que mujeres y hombres se beneficien por igual de los avances conseguidos en la implantación y desarrollo de esta iniciativa. Por este motivo, la metodología propuesta por la OMS para el proceso de amigabilidad, señala la importancia de la participación equilibrada de hombres y mujeres en el desarrollo del proyecto en general y en los grupos focales en particular. Algunos ayuntamientos miembros de la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, han dado un paso más introduciendo la perspectiva de género de manera transversal en la fase de diagnóstico, en la elaboración del plan de acción y en los indicadores necesarios para la evaluación del impacto del proyecto en el municipio. Es el caso del Ayuntamiento de Tudela que incorporó la perspectiva de género de manera transversal, en la fase de diagnóstico incluyendo preguntas específicas con esta perspectiva en las ocho áreas de trabajo del proyecto. Incluyendo también un grupo focal específico compuesto por integrantes del Consejo Municipal por la Igualdad de Tudela. Algunos ejemplos de preguntas introducidas en la fase de diagnóstico en las distintas áreas son: Edificios y espacios al aire libre, donde el uso de los espacios públicos o la percepción de la seguridad es diferente en función del género: ¿Cree que debido a diferentes ocupaciones las mujeres y los hombres salen en diferentes momentos del día? ¿Las mujeres salen menos a ciertas horas del día porque se sienten menos seguras? ¿Las mujeres frecuentan menos ciertas áreas de la ciudad, calles, parques, etc. por motivos de seguridad? Vivienda, las mujeres mayores sufren con más intensidad los problemas relativos a la vivienda: ¿Considera que disponer de ingresos menores, alcanzar edades más avanzadas y vivir en soledad agravan los problemas relativos a permanecer en la vivienda habitual? Transporte, el patrón de movilidad de mujeres y hombres suele ser diferente por distintos motivos (horarios, mayor dedicación a tareas de cuidados, disponibilidad de vehículo propio o de carnet de conducir, etc…). Por ejemplo, las mujeres mayores conducen en menor proporción que los hombres porque no disponen de carnet o vehículo propio: ¿Considera que las mujeres mayores dependen más del transporte público que los hombres? Respeto e inclusión social, la soledad y los bajos ingresos afectan a la inclusión social en mayor medida a las mujeres mayores: ¿Considera que las mujeres mayores, entre las que es más frecuente vivir con ingresos más bajos, tienen más posibilidades de sufrir problemas de exclusión? ¿La soledad, más frecuente entre mujeres mayores, tiene que ver con las oportunidades de establecer relaciones sociales? Participación social, las mujeres son más participativas socialmente, de esta manera se procuran una vida social, ya que a menudo disponen de menos oportunidades de desarrollar una vida social enriquecedora: ¿Se disfruta el tiempo libre de forma diferente por razón de género entre las personas mayores? ¿Considera que superar la edad de jubilación afecta de diferente manera a hombre y mujeres? Comunicación e información, las mujeres mayores sufren con más intensidad los efectos de la brecha digital: ¿Considera que debido a que la mujer se ha dedicado al trabajo en el hogar y no ha desarrollado una carrera laboral se encuentra con mayores limitaciones en el uso de las nuevas tecnologías? ¿Percibe diferencias en la imagen que ofrecen los medios de comunicación de los hombres y de las mujeres mayores? Participación ciudadana y voluntariado, la implicación de las mujeres mayores en acciones de voluntariado es mayor que la de los hombres: ¿Cree que esto es debido a que han tenido una menor presencia en el mundo del trabajo y es una forma de tener mayor presencia social? ¿Considera que las mujeres tienen una mayor iniciativa a la hora de ayudar a otras personas? Servicios sociales y de salud, las mujeres viven más años pero en peores condiciones de salud y reciben más cuidados de los servicios públicos, también por ser más vulnerables a situaciones de exclusión ¿Se es consciente de esta realidad? En el ámbito de los cuidados, el género diferencia el papel jugado por hombres y mujeres en los cuidados informales desarrollados por el entorno familiar, siendo mayoritariamente las mujeres las encargadas de estos cuidados: En su familia y entorno próximo ¿son las mujeres las que cuidan de otras personas? ¿Qué tiempo le dedican al cuidado de una persona dependiente? Se trata de preguntas a modo de ejemplo extraídas de la experiencia de un municipio concreto, pero tener en cuenta la perspectiva de género desde la fase de diagnóstico incidirá positivamente en las acciones y medidas propuestas y en el diseño del plan de acción, así como en los indicadores previstos para el seguimiento de las acciones y la evaluación del impacto del proyecto en el municipio. En el caso concreto de Tudela, dio lugar, entre otras, a acciones como incorporar acciones específicas sobre personas mayores en la programación municipal del Servicio de Igualdad, realizar campañas de sensibilización sobre la prevención y detección de malos tratos contra las personas mayores y específicamente contra las mujeres mayores o crear un ciclo de formación anual para responsables de asociaciones de personas mayores, juntas directivas, etc. En definitiva, tener en cuenta la perspectiva de género en el diseño, puesta en marcha y desarrollo del proyecto tendrá un efecto positivo al ofrecer una respuesta más adecuada y adaptada a las personas mayores de una localidad, de forma que los efectos positivos de las acciones emprendidas beneficien por igual a hombres y mujeres, contribuyendo así a avanzar en la igualdad entre mujeres y hombres de todas las edades. En el siguiente enlace se puede consultar la presentación en el II Encuentro de Ayuntamientos de la Red de Ciudades y Comunidades Amigables en España: “La perspectiva de género en el proyecto Tudela Ciudad Amigable con las Personas Mayores” (820 Kb.)
lundi, 07 novembre 2022 12:26
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jeudi, 17 novembre 2022 13:10
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