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Día Mundial del Medio Ambiente. Personas mayores comprometidas con la sostenibilidad medioambiental
Categorías: Artículos
Etiquetas: ciudades amigables , personas mayores , medio ambiente , mujeres mayores
Maite Pozo. Coordinadora de la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores en España. Imserso. El 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, queremos poner en valor la conciencia medioambiental de muchas personas mayores y su contribución al cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad del Planeta. A menudo vemos noticias sobre movimientos de jóvenes que reivindican la lucha contra el cambio climático y el cuidado del medio ambiente, saben que está en juego su futuro y que su calidad de vida va a depender de la sostenibilidad del Planeta y la evolución del calentamiento global. Aunque son menos visibles en este ámbito, la conciencia medioambiental está muy presente entre las personas mayores. En el informe de Eustat de Gobierno Vasco “Panorama estadístico de las personas mayores 2022”, en el apartado de conciencia medioambiental, se constata que “94% de las personas de 65 y más años manifestó sentirse preocupada por el medio ambiente y el 77%, muy preocupada. Preocupación algo menor que la del conjunto de la población de 16 y más años (el 97% y el 83%, respectivamente). La preocupación por el medio ambiente creció en todos los grupos de edad desde 2015 y en mayor grado entre las personas mayores.”. Así mismo, “el 88% de las personas mayores de 65 y más años es favorable a la adopción de medidas para proteger el medio ambiente; la preocupación por el medio ambiente creció en todos los grupos de edad entre 2015 y 2020, y en mayor medida entre las personas mayores.” KlimaSeniorinnen - Asociación Mayores por el Clima es un grupo de más de 2.000 mujeres suizas mayores de 65 años que, preocupadas por las repercusiones que el cambio climático puede tener en su salud y su calidad de vida y, especialmente, las olas de calor cada vez más frecuentes e intensas, demandaron ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos a las autoridades suizas por inacción ante esta realidad. El pasado mes de abril conocíamos la noticia de la sentencia histórica de este Tribunal que condenaba por primera vez a un país por su inacción frente al cambio climático. Con dieciséis votos a favor y solo uno en contra, este Tribunal ha reconocido que Suiza ha violado los derechos humanos de las personas mayores al no adoptar medidas efectivas para enfrentar el calentamiento global. La acción climática y el cuidado del Planeta no tiene límite de edad. Abordar la emergencia climática requiere un enfoque intergeneracional, no existe brecha entre generaciones en la preocupación por el cambio climático. La gente joven ve amenazado su futuro, y las personas mayores se encuentran entre los grupos que tienen mayor riesgo de sufrir sus efectos, y también les preocupa el impacto en las generaciones futuras. En sintonía con la participación que promueve la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, creemos que es fundamental escuchar las opiniones, necesidades y propuestas de las personas mayores para desarrollar iniciativas que aborden el cambio climático y tengan en cuenta a la población de todas las edades. A pesar de que las personas mayores se encuentran entre los grupos con mayor riesgo de sufrir los efectos de la crisis climática, no es habitual que se les escuche a la hora de planificar políticas y medidas para afrontarla. Los pueblos y ciudades amigables con las personas mayores tienen una importante oportunidad de acción desde el ámbito local, con los gobiernos municipales escuchando a las personas mayores para poner en marcha actuaciones de cuidado y protección del medio ambiente y para abordar el cambio climático y paliar sus consecuencias. La OMS en su informe “La Década de Envejecimiento Saludable 2021-2030 en un mundo de cambio climático” señala que “Las ciudades y comunidades amigables con las personas mayores deben tener planes integrales e inclusivos para la preparación, mitigación y adaptación al cambio climático”. Las personas mayores tienen un enorme potencial social para la sostenibilidad medioambiental, ya que cuentan en muchos casos con conocimientos y experiencia vital y profesional acumuladas. Solo algunos ejemplos: *Sensibilización: personas mayores que participan en iniciativas de sensibilización y concienciación para las nuevas generaciones, transmitiendo historias medioambientales, el cambio que han vivido y el conocimiento que poseen fruto de toda una vida y cuya difusión y aprovechamiento es fundamental. Existen iniciativas locales en las que personas mayores ejercen como mediadoras en temas ecológicos, por ejemplo, el programa de la Universidad de Cornell (Nueva York) Retirees in Service to the Environment, RISE (Personas Jubiladas al Servicio del Medio Ambiente) que promueve la figura de intermediador/a medioambiental mayor, con la función de mediar en asuntos medioambientales que se plantean en las comunidades vecinales. Principalmente abordan cuestiones como el cambio climático, la contaminación del aire, la escasez de agua, la gestión de residuos o la protección de áreas naturales. Se trata de una iniciativa donde el compromiso y liderazgo medioambiental de las personas mayores es fundamental. *Huertos urbanos: cada vez más ayuntamientos promueven huertos ecológicos, huertos urbanos comunitarios que en los últimos años han aumentado notablemente en España. Las personas mayores participan en ellos aportando tiempo, trabajo y conocimiento. Se fomentan las relaciones intergeneracionales y los beneficios son evidentes. Un ejemplo es la Red de Huertos Urbanos de Barcelona promovida por el Ayuntamiento, programa de participación dirigido a personas mayores de 65 años. Además de actividades de mejora ambiental a través del cultivo ecológico, se realizan actividades de educación medioambiental en colegios, que permiten a niños y niñas conocer el mundo agrícola y los principios de la agricultura ecológica. *Reciclaje: las personas mayores, por lo general, son conscientes y están comprometidas con la importancia del reciclaje. La mayoría se ha educado en una cultura de menor consumo de usar y tirar, y mantienen comportamientos más respetuosos con el medioambiente y acordes con las prácticas de reciclaje de residuos y reutilización de recursos. La iniciativa Ecosabios, los mayores recicladores , los mayores recicladores es un programa de Voluntariado Medioambiental dirigido a personas mayores de 60 años orientado a la sensibilización medioambiental y a la concienciación sobre la necesidad de reciclar, en particular los envases de vidrio. Dos grandes retos: cambio demográfico y cambio climático La Década del Envejecimiento Saludable impulsada por Naciones Unidas y liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), promueve el envejecimiento saludable como herramienta, entre otras, para abordar el reto de poblaciones cada vez más envejecidas. Y no hay envejecimiento saludable sin un planeta saludable. “La OMS calcula que, cada año, se producen más de 13 millones de fallecimientos debidos a causas ambientales evitables, especialmente, a la crisis climática, que es la mayor amenaza para la salud a la que se enfrenta la humanidad. La crisis climática es también una crisis de la salud.” La humanidad tiene dos grandes retos que abordar de manera urgente, el cambio climático, y el cambio demográfico debido al envejecimiento de la población, ambos retos tienen conexión e interrelaciones. Y necesitan de la actuación conjunta de diversidad de actores (administraciones públicas, organizaciones sociales, empresariales y sindicales, sociedad civil, sector académico y de investigación…). Y también la implicación de cada persona en particular y de distintas generaciones. La OMS destaca en su informe “La Década de Envejecimiento Saludable 2021-2030 en un mundo de cambio climático”, cómo la salud y el bienestar de las personas mayores se ven afectados por el cambio climático y cómo el cambio climático es relevante en el plan de acción de la Década. Este informe identifica oportunidades clave para unir las agendas de envejecimiento saludable y cambio climático. Presenta ejemplos y recomendaciones específicas para fomentar entornos que faciliten un envejecimiento saludable, y también contribuyan a “adaptarse, mitigar y desarrollar resiliencia para la crisis climática”. Además, destaca que “las personas mayores son agentes de cambio en las actuaciones para combatir el cambio climático y de las transformaciones sociales necesarias para adaptarse, mitigar y construir resiliencia a los diferentes escenarios de la crisis climática”. Algunas propuestas de este informe para las ciudades y pueblos amigables: Considerar a las personas mayores, guardianes de conocimientos vitales para las actuaciones contra el cambio climático, la restauración y gestión de los ecosistemas y la biodiversidad y la vida saludable y sostenible. Ampliar y mejorar los espacios verdes, calles arboladas, jardines urbanos, que contribuyen a la salud general de la población y al bienestar al reducir la contaminación del aire y ofrecer espacios de ocio para actividad física y contacto social. Diversos estudios asocian la disponibilidad de espacios verdes de buena calidad y el contacto con la naturaleza con mejoras en la salud. Impulsar edificios energéticamente eficientes, y adoptar fuentes de energía renovables para las actividades municipales. Promover y facilitar que las viviendas estén bien aisladas y sean eficientes energéticamente, y que sean accesibles en un entorno también accesible (barrio). Priorizar el uso del transporte público y eficiente con cero emisiones reduce el uso de combustible, reduce la contaminación y mejora la movilidad de las personas mayores en su ciudad. Fomentar la caminata y el uso de la bicicleta, con la construcción de nuevos carriles bici y vías peatonales, regulando la convivencia entre peatones y bicicletas. Sensibilizar sobre estilos de vida saludables y respetuosos con el medioambiente. Promover una mayor investigación basada en la evidencia para una mejor comprensión de los factores geográficos y socioeconómicos que afectan la interacción entre las personas mayores y el cambio ambiental. Las personas mayores han sido desatendidas en los estudios sobre el cambio climático y muchos de sus impactos en la salud de grupos de población de mayor edad están subestimados ya que se basan en estudios obsoletos. Día Mundial del Medio Ambiente 2024. Nuestras tierras, nuestro futuro “Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas, lo que afecta directamente a la mitad de la población mundial. El número y la duración de los períodos de sequía han aumentado un 29% desde el año 2000 y, si no se toman medidas urgentes, las sequías podrían afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial en 2050”. Naciones Unidas, con el lema «Nuestras tierras. Nuestro futuro. Somos la #GeneraciónRestauración» en el Día Mundial del Medio Ambiente 2024 se centra en “restaurar las tierras, detener la desertificación y fortalecer la resiliencia a la sequía. No podemos retroceder en el tiempo, pero sí podemos hacer crecer los bosques, revitalizar las fuentes de agua y restaurar los suelos”. En esta tarea todas las personas de todas las generaciones tenemos nuestro granito de arena que aportar, nos va el futuro en ello. La Década de Envejecimiento Saludable 2021-2030 en un mundo de cambio climático (OMS)
mercredi, 05 juin 2024 10:19
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Violencia de género y mujeres mayores
Categorías: Artículos
Etiquetas: ciudades amigables , abuso y maltrato , mujeres mayores , derechos
Iratxe Herrero Zarate. Socióloga, gerontóloga y criminóloga Carlos Díaz de Argandoña Fernández. Politólogo, agente de igualdad de oportunidades y formador Ambos dirigen y-logika, investigación social aplicada. La violencia de género es un fenómeno que históricamente ha quedado relegado al ámbito privado, si bien, en los últimos años, su visibilización está mostrando una realidad oculta que afecta a mujeres de perfil variado tanto en lo que respecta a su estatus socioeconómico, su edad, su hábitat geográfico o su nacionalidad. La conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, cada 25 de noviembre, es un acto —posiblemente, uno de los de mayor impacto social— que contribuye a mostrar esta realidad que victimiza a más mujeres de las que están presentes en los registros estadísticos o en los recursos de atención. Las actividades encaminadas a visibilizar a estas víctimas han estado orientadas en su mayoría a mostrar la imagen de una mujer de edad madura, asociada al rol de madre con hijas e hijos menores de edad y, también, la imagen de una mujer joven, adolescente. En los últimos años, sin embargo, se observa una incipiente tendencia a mostrar también a las mujeres de 65 y más años como víctimas de violencia de género, principalmente, en campañas de prevención y sensibilización. La visibilización de estas víctimas mayores se está trasladando al ámbito de la investigación, con estudios que centran su objeto de estudio de manera específica en este grupo etario. La propia Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, realizada por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ofrece datos estadísticos que permiten cuantificar la prevalencia de este fenómeno en este grupo de edad de manera específica. Tal y como recoge la última consulta, publicada en 2019, un 23,4% de las mujeres de 65 y más años han sido víctimas de esta violencia a lo largo de su vida y un 5,7% de las que ahora tienen esa edad, lo siguen siendo. Investigación sobre Violencia de género y mujeres mayores Estudio «Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca» En la producción científica centrada en conocer la realidad de las mujeres mayores víctimas de violencia de género, es reseñable que en julio de este año se presentó a los medios de comunicación la investigación «Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca» realizada por y-logika y financiada por Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer. Esta investigación es la primera que se realiza en esta Comunidad Autónoma centrando el objeto de estudio exclusivamente en las mujeres mayores víctimas de violencia de género. La definición de mujer mayor corresponde a una persona de 65 y más años. Aunque la investigación se ha centrado en el País Vasco, más allá de ciertos aspectos relativos a recursos específicos, que pueden variar según el territorio, en esencia —y por experiencia del equipo investigador—, los resultados serían extrapolables a otros contextos geográficos; principalmente, en lo concerniente a los procesos de victimización que han vivido y viven estas mujeres. Por este motivo, compartir los resultados de esta investigación en este blog del Imserso, se convierte en una oportunidad de contribuir a visibilizar y sensibilizar sobre la realidad de estas mujeres mayores víctimas independientemente de su lugar de residencia. El estudio se ha realizado desde el enfoque de la gerontocriminología®, término acuñado por este equipo y que recibió la Mención Especial del I Premio a la Innovación en materia criminológica otorgado en 2016 por la Sociedad Española de Criminología-SECRIM. Este enfoque tiene como finalidad visibilizar la singularidad de la victimización y la delincuencia en el ámbito de las personas mayores. Esta singularidad se construye por la influencia de tres componentes de la variable edad: el factor generacional, el factor biológico y la etapa vital. En el caso de las víctimas de la violencia de género, esta variable les otorga una singularidad que les diferencia cualitativamente de lo que supone ser víctima a edades más jóvenes y les coloca en una posición de mayor vulnerabildad. La metodología empleada ha sido fundamentalmente de carácter cualitativo, buscando conocer las causas, características y consecuencias del fenómeno. También se aportan datos cuantitativos de la proporción de mujeres mayores víctimas en los recursos de atención. Para la consulta a entidades, profesionales, asociaciones, ciudadanía y familiares, la información se ha obtenido mediante entrevistas, grupos de discusión y método Delphi, En el caso de la consulta a mujeres mayores víctimas de violencia de género, la técnica empleada ha sido la historia de vida. La alta participación en cuanto al número de fuentes consultadas, superior a la prevista en el diseño metodológico inicial, ha contribuido a otorgar robustez a los resultados. Los resultados: fenómeno desconocido, singular y necesitado de una respuesta específica. Los resultados principales de la investigación son los siguientes: El fenómeno de la violencia de género hacia mujeres mayores es socialmente desconocido y singular: El edadismo social es uno de los factores que explica la opacidad de este fenómeno. Su singularidad resulta de la confluencia de factores individuales, sociales y de los asociados a la propia violencia que posicionan a las mujeres mayores víctimas en una situación de especial vulnerabilidad en comparación con víctimas más jóvenes. La singularidad de las mujeres mayores víctimas se construye a partir de las siguientes características: Son víctimas de violencia de muy larga duración, en muchos casos con historias de más de 40 años. Como consecuencia de esta larga victimización, presentan un estado de salud más deteriorado que otras mujeres de su edad y un mayor grado de aislamiento social. A lo largo de estas largas experiencias de victimización, la violencia sufrida se cronifica y se modifica, pasando de una violencia más física a una violencia más psicológica y de control económico en la etapa de la vejez. En la modificación de la violencia influyen dos aspectos relacionados con la etapa vital de la vejez propia de esta generación de personas mayores: la mayor presencia del hombre maltratador en el hogar tras la jubilación y la aparición de situaciones de dependencia que requieren de cuidados para las actividades de la vida diaria. Normalizan su situación y se adaptan a ella, aceptando con más facilidad que las mujeres jóvenes esta experiencia como algo propio de la relación de pareja, influenciadas, principalmente, por haber sido socializadas en la «cultura del aguantar» y en una idea de mujer vinculada al mantenimiento de la familia unida. Por lo tanto, tienden a mantener el vínculo de la pareja hasta el fallecimiento del hombre o de ellas mismas. Esta socialización y la escasa visibilidad social que hay de su figura como víctimas contribuyen a que no se identifiquen como tales y, en consecuencia, no comuniquen su situación ni soliciten ayuda. En consecuencia, su presencia en los recursos de atención o en los registros de denuncias es escasa en comparación con víctimas más jóvenes. Cuando deciden salir de la situación de la violencia, tienen que vencer más obstáculos por su edad, socialización y etapa vital; esto significa que tienen más dificultad para abandonar el domicilio, para adquirir independencia económica o para recibir apoyo familiar, puesto que, en muchas ocasiones, el propio entorno familiar —principalmente hijas e hijos— no acepta ni facilita que la mujer abandone la relación. La vulnerabilidad que todas estas características otorgan a estas mujeres mayores víctimas se incrementa en el caso de las mujeres de 80 y más años —la denominada cuarta edad—; las que viven en el medio rural; las que, por una situación de dependencia, requieren de cuidados o los tienen que procurar a su pareja y aquellas que no acuden a recursos o no participan en actividades sociales. Por lo que respecta a los hombres maltratadores de esta generación, se observa cómo el hecho de que se hayan socializado en un contexto más permisivo hacia este tipo de violencia, ha favorecido la legitimación que sienten al ejercerla. Paradójicamente, estereotipos sociales asociados a las personas mayores, tales como su carácter bondadoso o su fragilidad, contribuyen en estos casos a invisibilizar el comportamiento violento de los hombres maltratadores en esta etapa de su vida. En lo referente a la respuesta social, se observa que la escasa presencia de estas mujeres mayores en la red de atención contribuye a un desconocimiento de su singularidad. Por esta y otras razones, los recursos no siempre están adecuados a sus necesidades. También se observa una escasa relación entre recursos orientados a personas mayores y recursos orientados a víctimas de violencia de género. En este contexto, se identifica el papel fundamental de las asociaciones, de manera especial aquellas que se definen como «asociaciones de personas mayores», ya que son espacios a los que pueden acudir estas mujeres de manera natural y pueden servir de puente entre ellas y la red formal de atención en materia de violencia de género. Propuestas de actuación desde la administración local Desde este enfoque de la gerontocriminología®, se recomienda tener en cuenta esta singularidad del fenómeno anteriormente descrita, tanto en los procesos de análisis y diagnóstico como en la planificación y desarrollo de las actuaciones de prevención e intervención. Estas acciones de diagnóstico, planificación e intervención también encuentran cabida en el marco de las actuaciones llevadas a cabo por la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, gestionada por el Imserso en España, ya que se orientan a mejorar la calidad de vida de estas mujeres mayores, enlazando así con la propia finalidad de la citada iniciativa. Incorporar estas acciones contribuye a enriquecer la labor realizada por las entidades que ya forman parte de esta Red o que quieren sumarse a ella. En la práctica, se proponen algunas medidas que contribuyen a este objetivo y que pueden llevarse a cabo desde el marco de actuación de aquellos municipios sensibles a la importancia de ofrecer espacios amigables para las personas mayores: Realizar campañas de sensibilización para dar a conocer este fenómeno. Realizar estudios para conocer con más detalle la realidad de las mujeres víctimas, hombres maltratadores y recursos de cada municipio o comunidad. Desarrollar acciones de prevención y atención con un enfoque integral, que incorpore la perspectiva de género en los recursos de atención dirigidos a personas mayores y la perspectiva de la edad en los recursos del ámbito de la igualdad. Informar de los recursos existentes en aquellos espacios frecuentados por personas mayores. Incluir en las acciones tanto a las mujeres víctimas como a los hombres maltratadores y a sus familias. Adaptar los recursos a la singularidad de estas mujeres mayores víctimas. Ofrecer espacios de respiro, potenciando, por ejemplo, el papel de las asociaciones, especialmente de las asociaciones de personas mayores. Formar sobre este fenómeno a los equipos profesionales que trabajan con personas mayores así como a aquellos que pertenecen al ámbito de la igualdad. Tal y como se recoge en el informe de esta investigación: «Volver la mirada hacia estas mujeres mayores supervivientes de violencia de género para escuchar sus historias y conocer sus necesidades y demandas es una deuda histórica que tienen con ellas la sociedad en general y las políticas de género y gerontológicas en particular.» Desde y-logika queremos agradecer a la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores y al Imserso su contribución a la visibilización de este fenómeno. Conocer la realidad es el primer paso para la búsqueda de soluciones. Informe completo: Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca. Resumen del informe: Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca.
vendredi, 24 novembre 2023 09:02
![Cartes decorativo sobre el post referido a mujer y mayor](/documents/1566632/0/20230308_8mccaa.png/0afbdbf6-f907-45c0-4063-3ed38a508a03)
Mujer y mayor ¿por qué es importante la perspectiva de género en la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las personas mayores?
Categorías: Artículos , Red de Ciudades Amigables
Etiquetas: personas mayores , entornos amigables , mujeres mayores
Por Maite Pozo. Coordinadora de la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores. Imserso. El pasado 1 de octubre de 2022, Día Internacional de las Personas Mayores, Naciones Unidas puso el foco de atención en “la resiliencia y las contribuciones de las mujeres mayores… A pesar de que las mujeres mayores continúan contribuyendo significativamente en la vida política, civil, económica, social y cultural, sus aportaciones y experiencias siguen siendo invisibles y desatendidas, limitadas por las desventajas de género acumuladas a lo largo de la vida. La intersección entre la discriminación basada en la edad y el género agrava las desigualdades nuevas y existentes, incluidos los estereotipos negativos que combinan discriminación por edad y sexo”. El envejecimiento demográfico es una tendencia mundial. El envejecimiento de la población es un éxito que responde a una combinación de avances sociales y cambios demográficos, y un reto que es necesario abordar, desde la sociedad en su conjunto y desde las administraciones y las políticas públicas en particular. Y estas políticas públicas deberán tener en cuenta que las mujeres y los hombres envejecemos de forma diferente. Es una realidad que las situaciones que vivimos mujeres y hombres a medida que envejecemos son similares en algunos aspectos pero muy diferentes en otros. Muchas de esas diferencias tienen que ver con trayectorias vitales marcadas por roles diferentes adjudicados a unas y a otros. La vejez es una etapa más de la vida, y esas diferencias inciden en el proceso de envejecimiento, no es lo mismo envejecer siendo hombre que envejecer siendo mujer. Algunos ejemplos de esta realidad en distintos ámbitos son: Salud: Las mujeres viven con buena salud y sin enfermedades crónicas menos años que los hombres, y las diferencias tienen más que ver con los roles y estereotipos de género, que con diferencias ligadas al sexo biológico (que también existen). Las enfermedades mentales, como la depresión y la ansiedad, también muestran desigualdades de género, siendo la incidencia casi tres veces superior en mujeres que en hombres, diferencia que se acentúa con la edad y va acompañada de más medicación. Recursos económicos: Diferencias en la trayectoria laboral de las mujeres mayores respecto de los hombres, repercuten en que ellas se encuentran en situación de inferioridad económica, y la escasez de recursos económicos tiene consecuencias directas en la salud y la calidad de vida de las personas mayores. Existe una brecha de género en las pensiones, en promedio, los pagos anuales en concepto de pensiones en los países de la OCDE son un 27% más bajo para las mujeres. En España, hay 3.487.481 mujeres frente a y 1.180.663 hombres con pensiones medias por debajo de los 10.000€ anuales. La Organización Mundial de la Salud en el Plan para la Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030) (Agenda 2030) destaca que “Hacer efectiva la igualdad de género a lo largo de todo el curso de la vida conduce a mejores resultados en etapas posteriores. Por consiguiente, los sistemas deben promover la participación equitativa en la fuerza de trabajo y en las pensiones sociales para mejorar la situación económica de las mujeres de edad y su acceso a los servicios". Edadismo: La discriminación por edad o edadismo la sufren hombres y mujeres, pero también de forma diferente en algunos aspectos ya que los estereotipos de género asociados al papel que deben jugar las mujeres y los hombres se suman a la edad y con una gran carga cultural (sexismo y edadismo). Por ejemplo, la imagen de la mujer mayor es más negativa que la del hombre mayor. Los medios de comunicación, los cánones de belleza, etc… son más duros y exigentes con las mujeres que con los hombres, lo que tiene consecuencias en su bienestar. Soledad: En España, aproximadamente 4,7 millones de personas viven solas, de las cuales algo más de 2 millones tienen 65 años o más, el 72%, son mujeres y el 28% de hombres (1.465.600 mujeres y 572.100 hombres). Esta diferencia se incrementa con la edad: 850.000 personas que viven solas tienen 80 años o más de las cuales el 78%, son mujeres (662.000 mujeres y 188.000 hombres mayores de 80 años). Cabe señalar que no es lo mismo estar solo o sola que sentirse solo o sola, pero en las intervenciones para prevenir, detectar y paliar situaciones de soledad no deseada es necesario tener en cuenta la perspectiva de género. Violencia y maltrato: La combinación de género y edad hace más proclives a las mujeres mayores a sufrir algún tipo de malos tratos. La violencia y maltrato hacia las mujeres mayores es una realidad invisibilizada, es necesario establecer medidas específicas para visibilizarla, empezando por conocer los datos de esta realidad. No obstante, es importante distinguir entre maltrato a personas mayores por el hecho de ser mayores, y violencia de género en mujeres mayores por el hecho de ser mujeres (origen y causas diferentes, abordaje diferente). Cuidados en la vejez: Los roles de género han asignado tradicionalmente las tareas de cuidado a las mujeres como parte de su identidad femenina. Esto determina que en la vejez, las mujeres mayores continúan cuidando de otras personas con mucha mayor frecuencia que los hombres. A menudo significa menos tiempo para ellas mismas, con repercusiones negativas en su tiempo dedicado al ocio, a las relaciones sociales o a su salud y bienestar. Participación social: Las mujeres que no tienen que dedicar todo su tiempo a cuidar a otras personas, tienen más oportunidades para disfrutar de la vejez y de participar en la comunidad en la que viven. Esto facilita y fomenta el mantener y establecer relaciones sociales, amistades, redes sociales que van a suponer un apoyo en momento difíciles, y contribuye a un envejecimiento saludable y satisfactorio. Brecha digital: Cada vez más personas mayores se incorporan al mundo digital, pero todavía existe una doble brecha digital por género y edad. Las mujeres mayores han tenido más impedimentos para socializarse en las tecnologías de la información y de la comunicación. En un mundo digitalizado, el uso o no de estas tecnologías es un factor más de desigualdad y exclusión, que dificulta el acceso a servicios y recursos de distinto tipo. Según el Barómetro Mayores UDP sobre Brecha Digital (junio 2021), un 72% más de mujeres que de hombres no usan Internet, y existe un 60% menos de mujeres que de hombres que lo usan habitualmente. En la planificación, diseño y evaluación de políticas públicas dirigidas a mejorar la calidad de vida de la población mayor y abordar el cambio demográfico es imprescindible aplicar una perspectiva de género que tenga en cuenta por igual las necesidades y demandas de mujeres y hombres mayores. Así como contar con indicadores para el seguimiento y evaluación de estas políticas que recojan datos desagregados por sexo, que permitan conocer el impacto en mujeres y en hombre, y en caso de detectarse diferencias, poder corregirlas. Es el caso de los procesos de amigabilidad llevados a cabo en el marco de la Red de Ciudades y Comunidades Amigables Cada vez son más mujeres mayores las que reclaman no ser invisibles por el hecho de cumplir años, demandan seguir participando activamente en la sociedad en la que viven, ser reconocidas en su contribución y ser escuchadas. El enfoque participativo de la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores ofrece un marco idóneo para escuchar la voz de las mujeres mayores en igualdad de condiciones que la voz de los hombres mayores. Y entre ellas y ellos contribuir a la creación de entornos amigables con las personas mayores en los que el género no sea motivo de discriminación. Tener en cuenta la perspectiva de género en los procesos de amigabilidad tendrá un impacto positivo al ofrecer una respuesta más adecuada y adaptada a la población de mayor edad de un municipio, de forma que los efectos positivos de las acciones emprendidas beneficien por igual a hombres y mujeres. Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores (OMS). Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores en España (Imserso).
mercredi, 08 mars 2023 10:44
![El género como variable estructural que evidencia las desigualdades entre hombres y mujeres en el curso vital, y especialmente en la vejez](/documents/1566632/0/Mujer-de-espaldas-626x390.jpg/354b7ce7-847e-b7de-ba43-296969eaa8ef)
El género como variable estructural que evidencia las desigualdades entre hombres y mujeres en el curso vital, y especialmente en la vejez
Categorías: Artículos , Red de Ciudades Amigables
Etiquetas: ciudades amigables , personas mayores , envejecimiento , ciclo vital , mujeres mayores , perspectiva de género
MÓNICA RAMOS | Doctora en Antropología Social de Orientación Pública. Especialista en envejecimiento y género. Socia-Directora del Instituto de formación en Gerontología y Servicios Sociales – INGESS. Profesora Asociada del Departamento de Antropología Social y Psicología Social. Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Introducción Si quiero ser honesta, el proyecto de ciudades y comunidades amigables con las personas mayores desde el momento en el que se planteó me resultó chocante. Y a día de hoy me sigue pareciendo algo limitado. En mi opinión, sería mejor plantearnos ciudades y comunidades amigables con el proceso de envejecimiento o con el curso vital. Creo que este pequeño cambio visibilizaría de manera más clara que la vejez es solo una etapa más del curso de la vida, y que en cualquier momento de esa trayectoria se pueden experimentar cambios positivos y negativos. Por tanto, que la vejez no es sinónimo de problemas, dependencia, discapacidades o limitaciones. En este sentido, los entornos en los que vivimos deberían ser amigables con todas las etapas de nuestra vida, tratando de ofrecer calidad y calidez a quienes los habitamos, y de la misma manera, nos deberían empoderar para promover nuestra autonomía personal y comunitaria en cualquier momento de nuestro curso vital. Para mí, lo amigable supone tanto la implicación de recursos para la superación de barreras o dificultades, como la promoción de oportunidades y capacidades ciudadanas. Mi posición personal y científica a este respecto, es animar a que las políticas públicas superen cada vez más la institucionalización de la edad como algo cronológico o biológico, porque somos mucho más que la edad objetiva establecida por nuestra fecha de nacimiento. De hecho, resulta interesante observar que se le conceda tanta importancia a la edad, es decir, al hecho de ser “persona mayor”, y en cambio, se incida tan poco en aplicar una perspectiva de género. Así nos podríamos preguntar si los pueblos y ciudades amigables con las personas mayores, lo son en la misma medida, con las mujeres que con los hombres –mayores-. No pongo en duda que en cada proyecto que se ha diseñado para crear una ciudad amigable con las personas mayores, se ha preguntado tanto a hombres como a mujeres cuáles eran sus inquietudes al respecto, pero ¿esa consulta se ha diseñado con una perspectiva de género? O ¿solo se han incluido en el proceso de consulta a hombres y mujeres? Por supuesto, que esto ya es un paso importante, incluir a ambos sexos en la reflexión ciudadana, pero no es suficiente, porque todavía hoy en día existe desigualdad y discriminación hacia las mujeres de todas las edades, y por ello, el género sigue siendo una variable estructural que establece diferencias en el envejecer de hombres y mujeres. Sin un enfoque de género, solo incluimos a personas de ambos sexos en nuestra intervención. Como gerontóloga feminista espero aportar con este artículo una mirada de género que ofrezca algo de luz al respecto. El género y la edad como construcciones socioculturales que establecen desigualdades La idea principal que deseo transmitir es que los sistemas de género convierten las diferencias entre hombres y mujeres en desigualdades que afectan más a las mujeres que a los hombres a lo largo de sus cursos vitales porque implican discriminación (Del Valle, 2013, p.207). Los patrones de género y los roles que han desempeñado las mujeres a lo largo de sus vidas, en sistemas heteropatriarcales como el nuestro, explican gran parte de las carencias que manifiestan muchas de las mujeres mayores de hoy, por lo que condicionan la situación en la que se encuentran en la vejez, y ponen de relieve, todavía en la actualidad, que no es lo mismo envejecer siendo hombre que siendo mujer. Pero no solo el género es una construcción social, sino que también la edad es un concepto construido socioculturalmente en el que se pueden distinguir diferentes dimensiones –cronológica, fisiológica, social, etc.-. Y una de las conclusiones más relevantes, es que la combinación de estas dimensiones de la edad con el género establece un doble rasero para hombres y mujeres, que pone de relieve las carencias y dificultades que experimentan las mujeres en la vejez. En este artículo se abordan algunas de las más destacadas. Por ejemplo, al entrelazar edad cronológica con género, quedan definidas dos discriminaciones: la de ser mayor y la de ser mujer. El mensaje que se transmite a las mujeres mayores en nuestra sociedad es que deben esforzarse por seguir pareciendo jóvenes -ya que la exigencia o prescripción para las mujeres es la de la belleza unida a la juventud-. De ahí la necesidad de utilizar cremas para reducir arrugas, tintes para ocultar las canas, etc. Otro aspecto en el que se pone de relieve el doble estándar del envejecimiento para hombres y mujeres, es la diferente aceptación social de la sexualidad para unos y para otras. Especialmente relevante es la diferente aceptación social que se muestra ante una relación sexual entre un hombre mayor y una mujer joven, que incluso es erotizada en el imaginario heteropatriarcal, mientras que en el caso contrario, entre una mujer mayor y un hombre joven, se tiende a ridiculizar y a poner en cuestión. En este sentido, serían necesarias campañas de sensibilización para romper con esta visión estereotipada de la vejez femenina y promover en los espacios comunitarios un empoderamiento de las mujeres sobre sus cuerpos y su sexualidad. Otro aspecto en el que los patrones y los roles de género son determinantes en la vida de las mujeres mayores de hoy se observa en cómo la multiplicidad de roles y la construcción de su identidad femenina como «seres-para otros» ha incidido en su salud a lo largo de su vida, lo que ha tenido una repercusión negativa en su envejecer. Por ello, a pesar de que disfrutan de una esperanza de vida más elevada que los hombres, también lleva aparejada situaciones de vulnerabilidad (Freixas, Luque y Reina, 2009, p.60), ya que las mujeres tienen que afrontar al envejecer situaciones más complejas que los hombres, (Barrantes, 2006, p.193; Salgado-de Snyder y Wong, 2007, p.516; Ramos, 2010, p.203-204; Ramos, 2012, p.45), debido a que disponen de menores recursos económicos y formativos, a la complejidad que ha tenido su trayectoria laboral, a su mayor nivel de morbilidad y de discapacidad, o a su invisibilidad ante las políticas y administraciones -dada la escasa aplicación de una perspectiva de género en las mismas-. Por otro lado, la mayor esperanza de vida de las mujeres, junto con otra variable de corte social que establecía que la mujer debía ser más joven que el hombre con el que se casaba, ha ocasionado que muchas mujeres mayores en la actualidad tengan más probabilidad de quedarse viudas y vivir solas que los hombres. Hecho que no debe llevarnos de manera automática a pensar que implica una situación problemática, dado que en la vejez las mujeres están más capacitadas para vivir solas que los hombres porque se manejan mejor en las tareas del hogar ya que las han desempeñado a lo largo de sus vidas. Aun así, no deja de tener efectos negativos sobre sus vidas, ya que al quedarse viudas se reducen considerablemente sus ingresos económicos, y pueden emerger sentimientos de soledad que tienen que aprender a gestionar. En este sentido, las administraciones públicas tienen una tarea decisiva si promueven entornos de sociabilidad para las mujeres a medida que envejecen que superen el ámbito de las relaciones familiares. Del mismo modo, otro de los aspectos relacionados con los patrones de género se pone de manifiesto en cómo la discriminación de género sufrida en la infancia emerge en muchas mujeres mayores como uno de los motivos más poderosos que impidió su acceso a la educación. Y cómo imposibilitó que muchas de ellas pudieran seguir trabajando después de casarse. De ahí que las mujeres que consiguieron alcanzar un nivel formativo elevado y se mantuvieron solteras son las que han disfrutado de carreras laborales más parecidas al patrón masculino, lo que les ha permitido disponer de recursos económicos más elevados a lo largo de sus vidas y especialmente en la vejez a través de pensiones de jubilación. En este sentido, es necesario contar con políticas públicas que promuevan la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad para que las mujeres en su proceso de envejecimiento disfruten de los mismos recursos y oportunidades que los hombres. Si seguimos relacionando género y edad, de nuevo emerge otra problemática que afecta más a las mujeres mayores y es que son más vulnerables para sufrir algún tipo de malos tratos, ya que son más proclives a sufrirlos las personas más ancianas y con mayores grados de dependencia, por tanto, las mujeres mayores, -dada su mayor esperanza de vida y la probabilidad de padecer situaciones de dependencia en edades avanzadas-. Tanto en el entorno familiar como en el entorno institucional, puesto que más del 80% de las personas usuarias de estos servicios son mujeres. Además, aunque los malos tratos se acaban expresando en conductas concretas, no podemos olvidar que estos hunden sus raíces en variables estructurales. Se estima, por ejemplo, que en España el 30% de las personas mayores son pobres y un porcentaje parecido se encuentra en el umbral de la pobreza y es sabido, que son las mujeres, con frecuencia viudas las que mayoritariamente subsisten con pensiones de viudedad o asistenciales, en condiciones de precariedad. Esto debe hacernos reflexionar, ya que los escenarios de exclusión se convierten en un caldo de cultivo determinante. Pero además, las mujeres mayores también sufren violencia de género o violencia machista, aunque está mucho más invisibilizada que en otras edades ya que son las mujeres que menos denuncian y las que asumen mayores dosis de desigualdad y subordinación, lo que las predispone a una mayor tolerancia a situaciones de maltrato, al menos, de maltrato psicológico. No podemos olvidar que han aprendido en su socialización que los hombres siempre han tenido el control, el poder y los privilegios que les concede el sistema heteropatriarcal. Y las que se casaron lo hicieron bajo un Código Civil según el cual las mujeres tenían que obedecer a sus maridos. Por ello, es necesario que las administraciones públicas visibilicen la violencia que sufren las mujeres mayores, que realicen campañas de sensibilización y que promuevan medidas encaminadas a ofrecer soluciones reales que las permita salir de relaciones de violencia. Como vemos, el origen de estas carencias específicas de las mujeres mayores de hoy se encuentra en la estructura de los sistemas sociales heteropatriarcales. El patriarcado emerge como el sistema en el que se construyen las identidades de género, lo que permite observar otro fenómeno muy importante: la provisión de cuidados en la familia y su asignación por género a las mujeres como parte de la construcción de su identidad femenina. Está tan esencializada esta función, que incluso el diseño de las políticas sociales de provisión de cuidados ha cuestionado escasamente la posición de la mujer como agente principal de los mismos (Comas, 2014). Sin embargo, desde la década de los años 90 del siglo XX asistimos a una <
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