Participación y envejecimiento saludable frente a la pobreza
20 - 10 - 2023
Categorías: Artículos
Etiquetas: ciudades amigables , personas mayores , participación , pobreza
Carlos Susías, presidente de EAPN-ES y EAPN Europa, y Equipo Secretaría Técnica de EAPN-ES
En España, la pobreza es un problema estructural que afecta a todas las edades, también a las personas mayores de 65 años.
Según el XIII Informe sobre el Estado de la Pobreza en España elaborado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), en 2022 la pobreza y la exclusión social afectaban al 21,3% de la población española de más de 65 años, es decir, más de dos millones de personas. Si bien es cierto que, en comparación con el resto de la población, presenta menores cifras, también lo es que la tasa ha crecido de manera prácticamente constante desde el año 2015, cuando afectaba al 14,5 %.
La principal razón de estas cifras está en la baja cuantía de las pensiones que reciben una parte importante de las personas mayores. Durante el año 2022, del total de pensiones que se percibieron en España, el 35,8 % se encontraban por debajo del umbral de pobreza (el cual para ese año fue de 721 € en 14 pagas por unidad de consumo). La cifra es más baja entre las pensiones por jubilación —el 28,6 % de estas se encuentran por debajo del umbral de pobreza—, mientras que, en el caso de las pensiones por viudedad, la proporción asciende al 46,6 %. Si hablamos de pensiones por debajo del umbral de pobreza severa (480 € en 14 pagas por unidad de consumo), estas cifras se sitúan en el 9,6 % para las pensiones por jubilación y en el 24,5 % para las pensiones por viudedad.
Es importante señalar que erradicar la pobreza es una cuestión de voluntad política. Frente a estas cifras, y en el actual contexto socioeconómico derivado de las sucesivas crisis que estamos atravesando -la pandemia y el aumento del coste de la vida por el alza de la inflación y el precio de la energía-, es necesario no solo mantener la tendencia de revalorización de las pensiones, sino aumentar su alcance y extensión, especialmente las mínimas.
Las pensiones públicas son, de hecho, uno de los mejores ejemplos para demostrar el papel protector del Estado frente a la pobreza y la desigualdad, algo que debemos tener muy en cuenta a la hora de contrarrestar los discursos que están poniendo en cuestión y en riesgo el Estado del Bienestar.
Sin las transferencias de las distintas Administraciones, incluidas las pensiones, habría el doble de personas en situación de pobreza, la de pobreza severa afectaría a casi un tercio de la población y la desigualdad presentaría cifras desorbitadas: el 20% más rico de la población ganaría en torno a 48 veces más que el 20% más pobre.
Por poner un ejemplo, en el caso de Asturias, la tasa de pobreza en 2022 fue del 20,1 %; si se eliminan las trasferencias excepto las pensiones, la cifra pasaría a ser del 27,9 %. Pero si también se excluyesen las pensiones por jubilación y supervivencia, la tasa de pobreza alcanzaría a más de la mitad de la población, el 52,0 %.
Nuestro sistema público de pensiones es un ejemplo de solidaridad intergeneracional que en muchas ocasiones ha supuesto una red de seguridad para amplios sectores de la población, no solo para las personas que lo perciben. Tras la crisis de 2008, muchos hogares evitaron un desastre aún mayor gracias a las prestaciones de los miembros más mayores de la familia, cuestión más reseñable si tenemos en cuenta lo sucedido con la quiebra de los sistemas basados en la capitalización privada en EEUU y en otros países de la Unión Europea.
Vejez con perspectiva de género
La feminización de la pobreza es un problema histórico y estructural que acompaña a las mujeres a lo largo de todo el ciclo vital: los indicadores de pobreza y exclusión social son peores para las mujeres, que siguen asumiendo de forma mayoritaria los trabajos de cuidados, los empleos precarios y presentan tasas más elevados de desempleo, lo que se traduce en peores salarios y, en última instancia, peores pensiones.
Las mujeres afrontan la vejez en una situación de desventaja, lo que ahonda en mayores tasas de pobreza y exclusión, pero también en las dificultades para ser parte activa de la sociedad.
Como señala el Estudio «La participación social de las personas mayores» elaborado por el Imserso, las mujeres y hombres mayores “arrastran la carga social asignada a su género, materializándose la participación social de forma muy dispar”. La brecha en el poder adquisitivo, las tareas de cuidados no remuneradas, la división sexual del trabajo doméstico, las diferentes relaciones sociales y el acceso al ocio, son algunas de las barreras que afectan en mayor medida a las mujeres.
Es necesario, en primer lugar, reconocer la existencia de estas desigualdades y afrontarlas de forma transversal, ya que dificultan la participación real e igualitarias de las mujeres y afectan en última instancia a su calidad de vida. Y en segundo, impulsar políticas públicas específicas, empezando por la revalorización de los salarios y las pensiones mínimas.
Participación frente a la pobreza
Tras la gran recesión de 2008, el sistema público de pensiones sufrió también los efectos de las políticas de austeridad, lo que llevó a la movilización de miles de pensionistas en defensa de una vejez digna. Esta anécdota sirve para constatar la importancia de la participación de las personas mayores en primera persona a la hora de garantizar sus derechos.
La necesidad de fomentar estrategias participativas adquiere especial relevancia si se tiene en cuenta que, según el Informe de 2018 «Las personas mayores en España» elaborado por el Imserso, la participación de las personas mayores en determinadas acciones sociales y políticas es la más baja de entre los diferentes grupos de edad.
Conscientes de esta problemática, en EAPN-ES hemos centrado uno de los ejes de nuestro trabajo en la sensibilización y difusión de herramientas que favorezcan un envejecimiento saludable y digno basado en la participación. Entre los documentos más recientes en este ámbito, queremos destacar la Guía Práctica «El acceso a los servicios esenciales y la participación de las personas mayores en la defensa de sus derechos», un trabajo que contiene pautas prácticas para que las personas de 65 o más años reconozcan y reivindiquen sus derechos, especialmente aquellas que se encuentran en riesgo de pobreza y/o exclusión social.
Pero participar no sólo es una práctica necesaria, también es un derecho reconocido en la Declaración de los Derechos Humanos, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en la Constitución Española. En el caso concreto de las personas mayores, es un derecho recogido en los Principios de las Naciones Unidas por las Personas Mayores, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y la Carta Europea de los derechos y de las Responsabilidades de las Personas Mayores que necesitan Atención y Asistencia de larga duración.
Por desgracia, en demasiadas ocasiones, las personas mayores se enfrentan a barreras en la participación derivadas fundamentalmente del edadismo y de las diferentes brechas sociales -de género, demográfica, geográfica y digital-, que constituyen una vulneración de sus derechos a una vejez digna y plena, y que suelen asociarse a situaciones de pobreza y exclusión social.
El 17 de octubre se celebra el Día Internacional para le Erradicación de la Pobreza. En EAPN-ES sabemos que acabar con esta problemática pasa por la aprobación de leyes y políticas públicas que pongan en el centro a las personas. El Tercer Sector de Acción Social tiene aquí un papel clave, no solo recordando a los diferentes Gobiernos sus obligaciones y compromisos internacionales, también formando parte activa de los espacios donde se toman las decisiones que condicionas los derechos de la ciudadanía.
En este sentido -y ante la constatación año tras año del carácter estructural de la pobreza-, debemos ser una herramienta útil para que la población en situación más vulnerable, especialmente las personas mayores, puedan decidir en primera persona sobre aquellas cuestiones que les afectan, garantizando que el derecho a una vida digna se de en todos los momentos del ciclo vital, también en la vejez.
divendres, 20 d’octubre 2023 12:10
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